Siempre envuelto en una suave neblina, Zacatlán se asoma a la majestuosa Barranca de los Jilgueros. Aquí, la tradición de hornear pan se vive a diario, mientras que la fabricación de impresionantes relojes y el cultivo de las generosas frutas de la tierra son parte esencial de su encanto. Las manzanas, las más abundantes, se deshidratan o se transforman en deliciosos licores y mermeladas. Cada año, su presencia se celebra durante la Feria de la Manzana, donde los bailes y los desfiles de carros alegóricos llenan las calles de alegría y color.